La migración laboral se ha convertido en un elemento crucial para el desarrollo de muchos países. De esta movilidad se benefician no solo las comunidades de origen que reciben remesas y pueden reducir presiones sobre su mercado laboral, sino también países de destino donde algunos sectores de la economía dependen en gran medida de las habilidades de personas trabajadoras migrantes, y donde se perciben importantes contribuciones fiscales y socioculturales de esta población.