En el Día Internacional de la Diversidad Biológica, reflexionamos sobre nuestra relación con el sistema de apoyo vital de la humanidad.
Ya se trate del aire que respiramos o de los alimentos que comemos, de la energía que nos impulsa o de las medicinas que nos curan, nuestras vidas dependen por completo de la buena salud de los ecosistemas.
Sin embargo, nuestras acciones están devastando todos los rincones del planeta.
Un millón de especies están en riesgo de extinción a consecuencia de la degradación del hábitat, la contaminación rampante y el agravamiento de la crisis climática.
Debemos poner fin a esta guerra contra la naturaleza.
El acuerdo del pasado año sobre el Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica constituyó un paso importante, pero es el momento de pasar del acuerdo a la acción.
Para ello, hay que garantizar pautas sostenibles de producción y consumo.
Hay que reorientar las subvenciones a actividades que destruyen la naturaleza hacia soluciones ecológicas.
Hay que reconocer los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, los más firmes guardianes de la biodiversidad de nuestro mundo.
Y hay que presionar a gobiernos y empresas para que tomen medidas más contundentes y rápidas contra la pérdida de biodiversidad y la crisis climática.
Trabajemos todos juntos, los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado, en pro de un futuro sostenible para todos.