Al conmemorar el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, encaramos una cruda realidad. En todos los rincones del mundo, las personas LGBTQI+ siguen haciendo frente a la violencia, la persecución, el discurso de odio, la injusticia e incluso el asesinato.
Al mismo tiempo, las personas LGBTQI+ siguen estando criminalizadas en todo el mundo por leyes retrógradas que las castigan por el mero hecho de ser quienes son.
Cada agresión contra las personas LGBTQI+ es una agresión contra los derechos humanos y los valores que apreciamos.
Ni podemos ni vamos a retroceder.
Las Naciones Unidas apoyan firmemente a la comunidad LGBTQI+ y continuarán su labor hasta que los derechos humanos y la dignidad sean una realidad para todas las personas.
Renuevo mi llamamiento a todos los Estados Miembros para que defiendan la Declaración Universal de Derechos Humanos y pongan fin a la criminalización de las relaciones homosexuales consentidas y de las personas transgénero. Ser uno mismo nunca debería ser un delito.
En consonancia con el lema de este año, “Juntos siempre: unidos en la diversidad”, hago un llamamiento al mundo para que hable con una sola voz a fin de eliminar el estigma, la discriminación, las prácticas nocivas y la violencia a menudo mortal que padecen las personas LGBTQI+.
Los derechos humanos son innegociables. Son patrimonio de todo miembro del género humano, con independencia de quién se sea y a quién se ame.
Sigamos trabajando para forjar un mundo pacífico y justo en el que todas las personas sean libres e iguales en dignidad y derechos.