El Día Internacional para el Derecho a la Verdad en relación con las Violaciones Graves de los Derechos Humanos y para la Dignidad de las Víctimas nos recuerda que la verdad es una poderosa fuente de luz.
Luz que se proyecta sobre las violaciones de los derechos humanos cuyos autores preferirían mantener en la oscuridad.
Luz que alumbra un camino hacia la paz, la justicia y la reparación para las víctimas y compele a los países a cumplir las obligaciones que les incumben en virtud del derecho internacional.
Luz que ilumina las causas profundas de esas violaciones para que podamos evitar que se enquisten.
Cuando la luz de la verdad se extingue, las sociedades se sumen en un mundo oscuro de amenazas, mentiras y desconfianza, y quienes pretenden violar los derechos humanos —quienes tienen intención de dañar, controlar e incluso matar— se envalentonan para actuar con impunidad.
En este importante día renovamos nuestra determinación de levantar el velo que cubre esas violaciones graves y ayudar a las sociedades a cerrar heridas, reconciliarse en paz y unirse para cuidar y proteger la salud, la seguridad, la dignidad y las oportunidades de todas las personas.
Debemos tener presentes las palabras de Monseñor Óscar Romero, asesinado hoy hace 42 años por denunciar la injusticia y la desigualdad en El Salvador, quien nos recordó que hemos de ser “la voz de los que no tienen voz”.
Que su valiente lucha por la verdad nos ilumine al promover y proteger los derechos humanos en todo el mundo.