Nueva York (ONU) - Hoy recordamos a los seis millones de hombres, mujeres y niños judíos que perecieron en el Holocausto, a los romaníes y sintis, y a las innumerables víctimas de su horror sin precedentes y su calculada crueldad.
El Holocausto definió a las Naciones Unidas.
Nuestro propio nombre fue acuñado para describir la alianza que luchaba contra el régimen nazi y sus aliados.
Nuestra Carta se redactó en San Francisco mientras se liberaba el campo de concentración de Dachau.
Las Naciones Unidas deben estar siempre en primera línea de la lucha contra el antisemitismo y todas las demás formas de fanatismo religioso y racismo.
Hoy asistimos a un alarmante resurgimiento de la xenofobia y el odio.
El antisemitismo —la forma más antigua y persistente de prejuicio — vuelve a aumentar.
Los intentos de minimizar o negar completamente el Holocausto se multiplican.
Ninguna sociedad es inmune a la irracionalidad o la intolerancia.
Nunca debemos olvidar que el Holocausto podría haberse evitado. Las súplicas desesperadas de las víctimas fueron ignoradas. Muy pocos hablaron, muy pocos escucharon, y menos aún se levantaron en solidaridad.
Recordar el pasado es esencial para salvaguardar el futuro.
El silencio ante el odio es complicidad.
Comprometámonos hoy a no ser nunca indiferentes al sufrimiento de los demás, y a no olvidar nunca lo sucedido ni dejar que los demás lo olviden.
Comprometámonos a estar siempre atentos y a defender los derechos humanos y la dignidad de todas las personas.
Muchas gracias.