"Si no reducimos las desigualdades, lastraremos el progreso económico de todas las personas en todos los países": Guterres
Discurso del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ante el Foro Económico Mundial.
Ginebra (ONU) - Estimados amigos, el Foro Económico Mundial de este año se celebra a la sombra de un periodo enormemente difícil para las economías, para las personas y para el planeta.
Según el informe económico de la ONU publicado la semana pasada, el mundo está saliendo de las profundidades de una crisis económica paralizante.
Pero la recuperación sigue siendo frágil y desigual en medio de la pandemia persistente, los retos del mercado laboral, las interrupciones de la cadena de suministro, el aumento de la inflación y las trampas de la deuda que se avecinan, por no mencionar la división geopolítica.
Como resultado, vemos que la recuperación se ralentiza bastante.
Todo ello pone en peligro los avances logrados con tanto esfuerzo en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, nuestros proyectos clave.
Los dos últimos años han demostrado una verdad simple pero brutal: si dejamos a alguien atrás, al final, dejamos a todos atrás.
Si no vacunamos a todas las personas, damos lugar a nuevas variantes que se propagan a través de las fronteras y paralizan la vida cotidiana y las economías.
Si no proporcionamos alivio de la deuda y financiación a los países en desarrollo, creamos una recuperación desigual que puede hacer que una economía mundial interconectada caiga en picada.
Si no reducimos las desigualdades, lastraremos el progreso económico de todas las personas en todos los países.
Y si no conseguimos que la retórica sobre el clima se corresponda con las acciones climáticas, nos condenamos a una tierra más caliente y volátil, con un empeoramiento de las catástrofes y los desplazamientos masivos.
En el centro de estos fracasos se encuentra la incapacidad global de apoyar a los países en desarrollo en su hora de necesidad y también un problema de gobernanza o de diferentes sistemas internacionales.
Si no se toman medidas inmediatas para apoyarlos, las desigualdades y la pobreza se agudizarán.
Esto dará lugar a más disturbios sociales y más violencia.
Como nos recuerda el nuevo Informe sobre Riesgos Globales del Foro, el mundo avanza por un camino cargado de enormes riesgos.
No podemos permitirnos este tipo de inestabilidad.
Para trazar un nuevo rumbo, necesitamos que todos se pongan manos a la obra, especialmente todos los miembros de la comunidad empresarial mundial. Y tengo una serie de peticiones.
Cuando se reúnan, discutan y deliberen sobre las perspectivas de recuperación y repunte económico para el próximo año, les insto a que se centren en tres áreas urgentes.
En primer lugar, tenemos que afrontar la pandemia con equidad y justicia.
El pasado otoño, la Organización Mundial de la Salud dio a conocer una estrategia para vacunar al 40% de las personas en todos los países a finales del año pasado, y al 70% a mediados de este año.
No estamos ni cerca de estos objetivos.
Las tasas de vacunación en los países de altos ingresos son -vergonzosamente- siete veces más altas que en los países africanos.
Necesitamos equidad en las vacunas, ahora.
Todos los países y todos los fabricantes deben dar prioridad al suministro de vacunas a COVAX, y apoyar la producción local de pruebas, vacunas y tratamientos en todo el mundo. Necesitamos que las empresas farmacéuticas se solidaricen con los países en desarrollo compartiendo licencias, conocimientos y tecnología para que todos podamos encontrar una salida a esta pandemia.
Y, por supuesto, en las situaciones en las que se justifique una compensación -no queremos que ninguna empresa farmacéutica tenga dificultades financieras y no pueda invertir-, en esas situaciones los países desarrollados deben explorar la forma de proporcionar el apoyo financiero necesario.
Y debemos prepararnos para la próxima pandemia mediante inversiones de sentido común en planes de vigilancia, detección temprana y respuesta rápida en todos los países, y reforzando la autoridad de la Organización Mundial de la Salud.
En general, tenemos que reforzar la atención primaria de salud local, y poner a todos los países en el camino de lograr la Cobertura Sanitaria Universal, de la que todavía estamos muy lejos.
En segundo lugar, tenemos que reformar el sistema financiero mundial de manera que pueda funcionar para todos los países sin estar sesgado.
En este momento crítico, estamos grabando en piedra una recuperación asimétrica.
Más de ocho de cada diez dólares de la recuperación se están gastando en los países desarrollados.
Los países de bajos ingresos están en gran desventaja.
Están experimentando su crecimiento más lento en una generación, y tratando de salir adelante con presupuestos nacionales lamentablemente insuficientes.
Las cargas de la inflación récord, la reducción del espacio fiscal, los altos tipos de interés, y serán más altos, y el aumento de los precios de la energía y los alimentos están afectando a todos los rincones del mundo y bloqueando la recuperación, especialmente en los países de ingresos bajos y algunos de ingresos medios.
Ahogan cualquier esperanza de crecimiento al dificultar aún más que los gobiernos inviertan en los sistemas sostenibles y resistentes que la gente necesita.
La salud, la educación, el trabajo decente y la protección social no son sólo derechos humanos.
Representan colectivamente el motor económico de un país.
Y en los países en vías de desarrollo, este motor está parado, con consecuencias nefastas para los medios de vida de las personas, especialmente para las mujeres y los jóvenes.
El sistema financiero mundial les ha fallado cuando más lo necesitan.
Y la solidaridad mundial está ausente en la acción.
Los países están encadenados por una deuda creciente y unos tipos de interés exorbitantes, que prácticamente garantizan el impago.
Y muchos países de renta media no pueden acogerse al alivio de la deuda, a pesar del aumento de la pobreza, el desempleo y las pérdidas de desarrollo.
Necesitamos un sistema financiero mundial que se adapte a su finalidad.
Esto significa una reestructuración urgente de la deuda y reformas de la arquitectura de la deuda a largo plazo.
Significa ampliar el Marco Común para el Tratamiento de la Deuda a los países de renta media, y hacer que funcione con acreedores del sector privado que también se comprometan con el Marco.
Significa ir más allá del Producto Interno Bruto, para medir, mitigar y preparar la vulnerabilidad y los riesgos de inversión, especialmente los riesgos climáticos.
Significa abordar la corrupción y los flujos financieros ilícitos, y garantizar que los sistemas fiscales sean justos y estén diseñados de forma que reduzcan realmente las desigualdades.
Y significa reunir a los gobiernos, las empresas, el sector financiero y las instituciones financieras internacionales para aumentar la inversión privada en los países en desarrollo.
Como líderes empresariales, acompáñennos en la creación de un sistema financiero mundial que funcione para todos los países, no sólo para los más ricos.
En tercer lugar, tenemos que apoyar la acción climática real en los países en desarrollo.
Las emisiones deben disminuir, pero siguen aumentando.
La generación de electricidad a partir del carbón está alcanzando un nuevo récord histórico.
Incluso si todos los países desarrollados cumplieran sus promesas, muy importantes, de reducir drásticamente las emisiones para 2030 -el problema es que con todos los países en desarrollo cumpliendo su actual Contribución Determinada a Nivel Nacional, especialmente las economías emergentes- las emisiones globales seguirían siendo demasiado altas para mantener el objetivo de 1,5 grados al alcance.
De hecho, necesitaríamos una reducción del 45% de las emisiones mundiales en esta década.
Sin embargo, con las condiciones actuales, las emisiones mundiales aumentarán un 14% de aquí a 2030, desafiando la razón e ignorando los impactos sobre las personas, las economías y nuestro planeta.
Un calentamiento de 1,2 grados ya ha traído consigo consecuencias devastadoras y un precio altísimo medido en dólares y desesperación.
En las dos últimas décadas, el coste económico de las catástrofes relacionadas con el clima se ha disparado un 82%.
En 2021, las condiciones meteorológicas extremas causaron pérdidas aseguradas por valor de 120.000 millones de dólares y mataron a 10.000 personas.
Las perturbaciones climáticas obligaron a 30 millones de personas a abandonar sus hogares sólo en 2020, tres veces más que los desplazados por la guerra y la violencia.
Y mil millones de niños corren un riesgo extremadamente alto de sufrir los impactos del cambio climático.
Para enderezar el rumbo se necesitará una inmensa fuerza de voluntad e ingenio por parte de los gobiernos y las empresas, en todas las naciones que emiten grandes cantidades de gases.
Algunos países se han comprometido a reducir significativamente sus emisiones en la década de 2020.
Otros países se enfrentan a enormes obstáculos estructurales. Tienen una combinación energética que depende en gran medida del carbón. Eso es un obstáculo para el progreso de todos nosotros.
Necesitan ayuda. No nos dediquemos a culpar y avergonzarlos. Ayudemos, ayudemos a las principales economías emergentes a acelerar la transición. Pido que se creen coaliciones de países, instituciones financieras públicas y privadas, fondos de inversión y empresas que tengan los conocimientos tecnológicos necesarios para prestar un apoyo financiero y técnico específico a cada país que necesite ayuda.
Estados Unidos y China han llegado a un acuerdo que espero que proporcione a China tecnologías más adecuadas para acelerar la transición del carbón. A India no le gusta la coalición, pero ha aceptado varias formas bilaterales de apoyo. He estado en estrecho contacto con Estados Unidos, el Reino Unido y varios otros países para asegurarme de que haya un proyecto sólido de apoyo a India, concretamente en su inversión en 450 gigavatios de energía solar. Indonesia y Vietnam ya han aceptado el concepto de una coalición que les apoye para deshacerse del carbón.
Esto debe ser una prioridad para todos nosotros: eliminar el carbón.
No deben construirse nuevas centrales de carbón.
Como ya he dicho, los gobiernos de Indonesia y Vietnam acaban de anunciar su intención de abandonar el carbón y realizar una transición hacia las energías renovables, pero necesitan apoyo para ello.
Sudáfrica ha puesto en marcha una transición energética justa con una asociación en la que participan varios países clave e instituciones financieras internacionales para apoyar la aceleración, la salida, el progreso y el abandono del carbón.
Vemos un claro papel de las empresas y los inversores en el apoyo a nuestro objetivo de cero emisiones.
La Alianza de Propietarios de Activos Neto-Cero ha establecido el estándar de oro.
La semana pasada participé en una reunión de la Alianza Financiera de Glasgow para el Net Zero. Ese grupo representa más de 130 billones de dólares de activos movilizados hacia el objetivo de cero neto.
Todo el sistema financiero debería seguir su ejemplo.
Pero estos esfuerzos deben complementarse.
Necesitamos que se sumen sectores enteros.
La industria pesada, el transporte marítimo y la aviación, entre otros, deben seguir una trayectoria de cero emisiones netas para 2050.
En la COP26 también anuncié la creación de un grupo de expertos de alto nivel para evaluar las normas y los criterios utilizados para establecer, aplicar y supervisar los compromisos de cero emisiones por parte de los agentes no estatales: empresas, ciudades, instituciones financieras y regiones.
A lo largo de este año, el grupo propondrá nuevos marcos y elaborará recomendaciones.
Es alentador ver que el sector privado toma la delantera, pero es esencial presionar a los gobiernos para que sigan el ritmo y no se queden atrás.
La verdad es que muchas de las políticas y marcos reguladores actuales son un obstáculo para la participación del sector privado.
Al mismo tiempo, las instituciones financieras internacionales no están haciendo lo suficiente para crear formas de asociación que permitan reducir el riesgo de la inversión privada en los países que necesitan acelerar su transición.
Todo esto debe cambiar.
Queridos amigos,
En estos tres ámbitos, necesitamos el apoyo, las ideas, la financiación y la voz de la comunidad empresarial mundial.
No podemos permitirnos repetir las desigualdades e injusticias que siguen condenando a decenas de millones de personas a vivir en la miseria, la pobreza y la mala salud.
No podemos seguir construyendo muros entre los que tienen y los que no tienen. O construyendo muros que socavan un mercado global que debe funcionar de forma unida.
Tenemos que unirnos -entre países y sectores- para apoyar a los países que más ayuda necesitan.
Permanezcamos juntos para hacer de 2022 un verdadero momento de recuperación.
Estoy deseando trabajar con todos ustedes para conseguirlo, y espero con interés el debate que vamos a mantener.
Muchas gracias.