Es urgente un gran avance en materia de adaptación y resiliencia: António Guterres
Tenemos las herramientas, las habilidades y la oportunidad para realizar acciones de adaptación “más, más rápido y mejor”.
Observaciones del Secretario General a la Cumbre de Adaptación al Clima
Nueva York (Naciones Unidas).- Agradezco al Primer Ministro Mark Rutte [Primer Ministro de los Países Bajos], a la Ministra Cora van Nieuwenhuizen [Ministra de Infraestructura y Gestión del Agua de los Países Bajos] y a mi querido amigo Ban Ki-moon por invitarme a dirigir esta importante cumbre, y agradezco a la Comisión Global de Adaptación por su liderazgo.
Comenzamos este año con una mayor conciencia de la importancia de la resiliencia.
La pandemia de COVID-19 nos ha recordado que no podemos permitirnos ignorar los riesgos conocidos.
La alteración del clima es un riesgo del que somos conscientes.
La ciencia nunca ha sido más clara.
Nos enfrentamos a una emergencia climática.
Ya estamos presenciando una volatilidad y extremos climáticos sin precedentes, que afectan vidas y medios de vida en todos los continentes.
Según la Organización Meteorológica Mundial, ha habido más de 11 mil desastres debido a peligros meteorológicos y climáticos relacionados con el agua en los últimos 50 años a un costo de 3,6 mil millones de dólares estadounidenses.
Los fenómenos meteorológicos extremos y los peligros relacionados con el clima también han matado a más de 410 mil personas en la última década, la gran mayoría en países de ingresos bajos y medianos bajos.
Por eso he pedido un gran avance en materia de adaptación y resiliencia.
Necesitamos millones de dólares de los contribuyentes para financiar la recuperación de la pandemia de COVID-19, para impulsar el futuro de alta resiliencia y bajas emisiones de carbono que necesitamos.
Pero la recuperación no puede ser solo para el mundo desarrollado. Debemos ampliar la provisión de liquidez y los instrumentos de alivio de la deuda a los países en desarrollo y de ingresos medianos que carecen de los recursos para relanzar sus economías de manera sostenible e inclusiva.
Veo cinco prioridades para garantizar la adaptación y la resiliencia.
En primer lugar, los países donantes y los bancos de desarrollo multilaterales, regionales y nacionales deben aumentar significativamente el volumen y la previsibilidad de su financiación para la adaptación y la resiliencia.
El reciente Informe sobre la brecha de adaptación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente calcula que los costos anuales de adaptación solo en los países en desarrollo están en el rango de 70 mil millones de dólares estadounidenses.
Es probable que estas cifras alcancen los 140 o eventualmente hasta 300 mil millones de dólares estadounidenses en 2030 y el rango entre 280 y 500 mil millones en 2050.
Pero siguen existiendo enormes lagunas en el financiamiento para la adaptación en los países en desarrollo.
Es por eso que he pedido que el 50 por ciento de la participación total de la financiación climática proporcionada por todos los países desarrollados y los bancos multilaterales de desarrollo se asigne a la adaptación y la resiliencia en los países en desarrollo.
La adaptación no puede ser la mitad olvidada de la ecuación climática.
El Banco Africano de Desarrollo estableció el listón en 2019 al asignar más de la mitad de su financiamiento climático a la adaptación.
Insto a todos los donantes y bancos multilaterales de desarrollo a que se comprometan con este objetivo antes de la COP26 y lo cumplan al menos para 2024.
Recibo con satisfacción el compromiso de hoy del Primer Ministro Mark Rutte en nombre del Gobierno de los Países Bajos. Recordemos que los países desarrollados deben cumplir los compromisos asumidos en el Acuerdo de París de movilizar 100 mil millones de dólares estadounidenses al año de fuentes públicas y privadas para la mitigación y adaptación en los países en desarrollo.
En segundo lugar, todas las asignaciones presupuestarias y las decisiones de inversión deben ser resilientes al clima.
El riesgo climático debe estar integrado en todos los procesos de adquisiciones, en particular para la infraestructura.
Los países en desarrollo deben recibir el apoyo necesario y las herramientas para lograrlo.
El sistema de las Naciones Unidas está dispuesto a apoyar este esfuerzo en todo el mundo.
En tercer lugar, debemos ampliar significativamente los instrumentos financieros existentes desencadenados por catástrofes, como el servicio de seguro contra riesgos de catástrofes del Caribe y la Capacidad de riesgo africana.
También pido a los donantes, los bancos multilaterales de desarrollo y las instituciones financieras privadas que trabajen con los países vulnerables en el desarrollo de nuevos instrumentos con innovación para incentivar las inversiones en la creación de resiliencia.
Por cada dólar invertido en infraestructura resistente al clima, se pueden ahorrar seis dólares, como acaba de decir el primer ministro Mark Rutte.
En cuarto lugar, debemos facilitar el acceso a la financiación, especialmente para los más vulnerables, y ampliar las iniciativas de alivio de la deuda.
La participación de los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo en la financiación climática total sigue siendo pequeña, y representa solo el 14% y el 2% de los flujos, respectivamente.
Estos países se encuentran en la primera línea de la crisis climática, sin embargo, debido a las limitaciones de tamaño y capacidad, se enfrentan a desafíos importantes para acceder a la financiación climática para desarrollar la resiliencia.
Debe haber un esfuerzo colectivo para eliminar estos obstáculos.
En quinto lugar, necesitamos apoyar las iniciativas regionales de adaptación y resiliencia. Esto permitiría, por ejemplo, canjes de deuda por adaptación, por ejemplo para el Caribe o las Islas del Pacífico, y proporcionaría la liquidez que tanto necesitan los países vulnerables que lo necesitan con urgencia.
Excelencias y queridos amigos,
El apoyo a la adaptación y la resiliencia es un imperativo moral, económico y social.
Hoy en día, una persona de cada tres todavía no está adecuadamente cubierta por los sistemas de alerta temprana, y los enfoques tempranos informados sobre los riesgos no están en la escala requerida.
Como lo ilustra la Comisión Global de Adaptación, solo 24 horas de aviso de una tormenta o ola de calor que se avecina puede reducir los daños resultantes en un 30%.
Necesitamos trabajar juntos para asegurar una cobertura global completa mediante sistemas de alerta temprana para ayudar a minimizar estas pérdidas. Tenemos las herramientas, las habilidades y la oportunidad para realizar acciones de adaptación “más, más rápido y mejor”.
Espero que esta cumbre ayude a asegurar el gran avance en adaptación y resiliencia que se necesita y que conduzca a resultados ambiciosos en la COP 26.
Cumplamos con nuestras responsabilidades y cambiemos juntos el rumbo hacia un futuro sostenible, justo y resiliente. Gracias.