Declaración del Secretario General - sobre la pandemia de la COVID-19, un año después
Sólo juntos podremos acabar con esta pandemia y recuperarnos.
Nueva York (Naciones Unidas).- Al cumplirse un año de la pandemia de la COVID-19, nuestro mundo se ha enfrentado a un tsunami de sufrimiento.
Se han perdido muchas vidas. Las economías se han visto afectadas y las sociedades se han tambaleado. Las personas más vulnerables son las que más han sufrido. Quienes que se han quedado atrás se están quedando aún más atrás.
Ha sido un año de edificios de oficinas vacíos, calles silenciosas y escuelas cerradas en gran parte del mundo. Felicito a las mujeres, los hombres y las personas jóvenes de todo el mundo por adaptarse a trabajar, aprender y vivir de nuevas maneras. Rindo homenaje al personal sanitario por su dedicación y sacrificio y a todos los demás trabajadores esenciales que han mantenido las sociedades en funcionamiento. Saludo a todos los que se han enfrentado a los negacionistas y a la desinformación, y han seguido los protocolos científicos y de seguridad. Han ayudado a salvar vidas.
Las Naciones Unidas seguirán movilizando a la comunidad internacional para que las vacunas sean asequibles y estén disponibles para todas y todos, para que se recuperen mejor, y para que se preste especial atención a las necesidades de quienes han soportado la carga de esta crisis a tantos niveles: las mujeres, las minorías, las personas mayores, las personas con discapacidad, los refugiados, los migrantes y los pueblos indígenas.
Con el despliegue de la vacuna, hay un poco de luz al final del túnel.
COVAX -el mecanismo mundial de equidad en materia de vacunas- ha comenzado a distribuirse en todo el mundo, incluso en algunos de los países de ingresos más bajos.
Sin embargo, me preocupa profundamente que muchos países de bajos ingresos no hayan recibido todavía ni una sola dosis, mientras que los países más ricos están en vías de vacunar a toda su población. Vemos muchos ejemplos de nacionalismo vacunal y acaparamiento de vacunas en los países más ricos, así como continuos acuerdos secundarios con los fabricantes que socavan el acceso para todas las personas.
La campaña mundial de vacunación representa la mayor prueba moral de nuestro tiempo.
También es esencial para relanzar la economía mundial y ayudar al mundo a pasar del bloqueo de las sociedades al bloqueo del virus.
Las vacunas contra la COVID-19 deben considerarse un bien público mundial. El mundo necesita unirse para producir y distribuir suficientes vacunas para todos, lo que significa al menos duplicar la capacidad de fabricación en todo el mundo.
Este esfuerzo debe comenzar ahora.
Sólo juntos podremos acabar con esta pandemia y recuperarnos.
Sólo juntos podremos reactivar nuestras economías.
Y entonces, juntos, podremos volver a las cosas que nos gustan.