“El principal problema del planeta es la corrupción”

Discurso de México ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Nueva York (CINU México) – El principal problema del planeta es la corrupción, señaló esta mañana el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al presidir el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Durante su discurso, el mandatario mexicano dijo que el acceso a una vida libre de temores y miserias es el más sólido fundamento de la seguridad para todas las sociedades y Estados; sin embargo, la corrupción es el mayor obstáculo para ejercer este derecho.
“Sería hipócrita ignorar que el principal problema del planeta es la corrupción en todas sus dimensiones: la política, la moral, la económica, la legal, la fiscal y la financiera. Sería insensato omitir que la corrupción es la causa principal de la desigualdad, de la pobreza, de la frustración, de la violencia, de la migración y de graves conflictos sociales”.
Al dirigir su mensaje al Consejo de Seguridad, que llevó como tema de discusión la exclusión, desigualdad y conflictos, el mandatario mexicano dijo que el mundo está en decadencia porque nunca antes se había acumulado tanta riqueza en tan pocas manos, “privatizando lo que es de todos o lo que no debe tener dueño, adulterando las leyes para legalizar lo inmoral”.
Dijo que, si no somos capaces de revertir las tendencias del egoísmo y la ambición privada a través de los cuales el mundo se encamina hacia la barbarie, no podremos resolver ninguno de los otros problemas que aquejan a los pueblos.
“En el mundo actual, la generosidad y el sentido de lo común están siendo desplazados por el egoísmo y la ambición privada; el espíritu de cooperación pierde terreno ante el afán de lucro y con ello, nos deslizamos de la civilización a la barbarie, y caminamos como enajenados, olvidando principios morales y dando la espalda a los dolores de la Humanidad”, dijo.
El primer paso debería ser luchar contra la pobreza y sus causas, no solamente sus consecuencias. Para ello, pidió que las mil personas más ricas del mundo, las mil empresas con mayores ganancias y los países integrantes del G20 contribuyan parte de su riqueza para financiar la creación de un Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar, el cual será propuesto por México en próximos días, para sacar de la pobreza a 750 millones de personas en el mundo que sobreviven con menos de 2 dólares al día.
“El cobro de una contribución voluntaria anual del 4% de sus fortunas a las mil personas más ricas del planeta. Una aportación similar por parte de las mil corporaciones privadas más importantes por su valor en el mercado mundial. Y una cooperación del 0.2% del PIB de cada uno de los países integrantes del Grupo de los 20. De cumplirse esta meta de ingresos, el fondo podría disponer anualmente de alrededor de un billón de dólares”, propuso.
“La paz es fruto de la justicia y ningún país puede ser viable si persisten y se incrementan la marginación y la miseria”, dijo.
“Al rompecabezas de la paz le faltan piezas”
Al participar en la inauguración de la discusión, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, advirtió que la pandemia de COVID-19 ha venido a aumentar las desigualdades para las personas más pobres y vulnerables del mundo, donde las hambrunas acechan a millones y nos encontramos en la mayor recesión económica desde la Segunda Guerra Mundial.
Las injusticias históricas, las desigualdades y la opresión sistemática han venido a crear ciclos interminables de pobreza y condiciones desfavorables a generaciones completas.
En este marco, el mundo enfrenta el mayor número de conflictos violentos desde 1945, que duran más y son más complejos; además, impera una peligrosa sensación de impunidad que puede verse en las recientes tomas del poder por la fuerza, en particular golpes militares; así como el ataque a los Derechos Humanos y al Estado de Derecho.
Esta y otras tragedias se ven amplificadas por la COVID-19 y la emergencia climática. La financiación humanitaria, la asistencia y los financiamientos para la gestión de conflictos están sometidos a una gran presión. Resulta imperioso lograr la paz, sostuvo. “Sin inclusión, al rompecabezas de la paz le siguen faltando piezas y quedan muchos huecos por llenar”.
Al presentar la Nueva Agenda de Paz como parte del informe sobre Nuestra Agenda en Común, Guterres exhortó a la comunidad internacional a trabajar codo a codo y de manera solidaria, “como una única familia humana para abordar las raíces de los conflictos violentos, para crear y reforzar los lazos de confianza entre las personas que viven dentro de las mismas fronteras y con los gobiernos e instituciones que los representan”, dijo.
Para ello, debemos instaurar confianza, gracias a instituciones nacionales inclusivas que representen al conjunto de la población, y cuya acción esté asociada a los derechos humanos y al Estado de derecho; una justicia que se aplique a todos por igual, sin favorecer a los ricos ni a los poderosos; así como crear instituciones capaces de hacer frente a la corrupción y al abuso de poder, basadas en los principios de integridad, transparencia y responsabilidad.
“Se necesitan políticas y leyes que protejan especialmente a los grupos vulnerables, en particular contra todas las formas de discriminación. Por último, se necesitan instituciones de seguridad reactivas y eficaces, que garanticen el Estado de Derecho, que tengan en cuenta las necesidades de todos. En lugar de levantar barreras, los gobiernos y las instituciones deben instaurar la confianza y estar al servicio de todos, sin distinción”, pidió.
Lamentó que la recuperación post COVID-19 se esté dando de manera tan asimétrica, empezando por la distribución de las vacunas: mientras los habitantes de los países más ricos están recibiendo la tercera dosis de refuerzo, en África sólo 5% de la población está vacunada; mientras que las economías más avanzadas del mundo están invirtiendo 28% de su Producto Interno Bruto en la recuperación, las más pobres apenas llegan al 1.8%.
“La riqueza no es contagiosa. La exclusión y las desigualdades de todo tipo, económicas, sociales y culturales, tienen un costo devastador en materia de seguridad. El aumento de la desigualdad es un factor de la creciente inestabilidad “, alertó.
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