Mensaje del Secretario General con motivo del Día Internacional de la Democracia
Construyamos un futuro en el que se reconozca que los derechos humanos y el estado de derecho son fundamentales para la democracia
En este momento en que el mundo lucha por salir de la pandemia de COVID-19 y por recuperarse de sus devastadoras consecuencias, debemos aprender de las experiencias de los últimos 18 meses para reforzar la resiliencia de la democracia frente a futuras crisis. Esto significa detectar y desarrollar prácticas de buena gobernanza en situaciones de emergencia, ya sea en el ámbito de la salud pública, el medio ambiente o las finanzas.
Significa también afrontar las atroces injusticias que la crisis ha puesto de manifiesto en todo el mundo, desde las omnipresentes desigualdades de género hasta las carencias de los sistemas de salud y la desigualdad en el acceso a las vacunas, la educación, Internet y los servicios en línea. Además del enorme número de víctimas que se cobran entre los más desfavorecidos, estas desigualdades históricas y persistentes constituyen en sí mismas una amenaza para la democracia.
Fortalecer la democracia significa también impulsar la verdadera participación —incluso mediante manifestaciones— pacíficas de las personas y las comunidades que tradicionalmente han quedado excluidas de la toma de decisiones y darles una oportunidad real de ser escuchadas. Silenciar a las mujeres, a las minorías religiosas y étnicas, a los pueblos indígenas, a las personas con discapacidad, a los defensores de los derechos humanos y a los periodistas obstaculiza la creación de sociedades sanas. La democracia simplemente no puede sobrevivir, y mucho menos florecer, sin un espacio cívico.
Por último, salvaguardar la democracia significa eliminar gradualmente los poderes excepcionales y las leyes de emergencia a medida que va pasando lo peor de la pandemia. Algunos Estados e instituciones del sector de la seguridad recurren a los poderes de emergencia porque son un atajo fácil. Con el tiempo, estos poderes pueden infiltrarse en los marcos jurídicos y convertirse en permanentes, socavando el estado de derecho y corroyendo las libertades fundamentales y los derechos humanos sobre los que se asienta la democracia.
Como subrayé en el peor momento de la pandemia de COVID-19, toda crisis supone una amenaza para la democracia, ya que los derechos de las personas, en particular los de las más vulnerables, son ignorados muy rápidamente. Por esta razón, la protección de los derechos en tiempos de crisis es un elemento clave de mi Llamamiento a la Acción en favor de los Derechos Humanos.
En este Día Internacional de la Democracia, al comenzar a mirar más allá de la pandemia de COVID-19, comprometámonos a construir un futuro en el que se reconozca que los derechos humanos y el estado de derecho son fundamentales para la democracia. Comprometámonos a defender los principios de igualdad, participación y solidaridad, para así poder capear mejor las futuras crisis.