Nueva York (Naciones Unidas).-
La COVID-19 ha puesto de manifiesto una flagrante injusticia: la falta de compensación por el trabajo, que en gran medida realizan las mujeres, de crianza de los hijos y cuidado de las personas que no pueden valerse por sí mismas.
Al trasladar el trabajo de cuidados de la economía formal al hogar, la pandemia ha agravado la brecha salarial de género. Muchas mujeres se esfuerzan por mantener un trabajo remunerado mientras crían a sus hijos, se ocupan de la enseñanza en línea y cuidan de familiares enfermos o vulnerables sin recibir una compensación material.
La inversión en la economía del cuidado ayuda a reducir la brecha salarial al crear nuevos puestos de trabajo sostenibles y liberar a las mujeres para que puedan formar parte de la fuerza de trabajo remunerada.
La inversión en economía del cuidado reduce la brecha salarial al crear nuevos puestos de trabajo sostenibles y liberar a las mujeres.
Al mismo tiempo, la mayoría de los trabajadores de la salud de primera línea que luchan contra el virus son mujeres. Ellas a menudo ganas menos que los hombres, carecen de poder de decisión y están más expuestas a la violencia y el acoso.
Mi conversación con Scholastica Dery, una de las mujeres que trabaja como sanitaria en Ghana, me ayudó a recordar el doble papel que realizan las mujeres.
“Nosotras somos la mayoría de los trabajadores de primera línea”, dijo. “Compaginar esto con nuestras labores domésticas no es fácil, pero estamos decididas a hacerlo”.
A pesar de las leyes de igualdad salarial, las mujeres ganan en promedio únicamente 80 centavos por cada dólar que ganan los hombres por un trabajo de igual valor. Esta cifra es aún menor en el caso de las mujeres de color y las que tienen hijos.
La lucha contra la pandemia de COVID-19 ofrece a las nuevas generaciones la posibilidad de establecer un nuevo contrato social que defienda los derechos humanos de las mujeres, incluido el derecho a la igualdad salarial. Esta es una cuestión de justicia y una responsabilidad para todos nosotros.
En el Día Internacional de la Igualdad Salarial, comprometámonos a poner fin a la discriminación y los nocivos estereotipos de género que contribuyen a la brecha salarial entre hombres y mujeres.