Nueva York (Naciones Unidas).-
El Protocolo de Montreal vio la luz como un mecanismo para proteger y sanar la capa de ozono. Durante las últimas tres décadas ha hecho una gran labor. La capa de ozono se está recuperando.
La cooperación que hemos visto en el marco del Protocolo de Montreal es exactamente lo que se necesita ahora para hacer frente al cambio climático, una amenaza igualmente existencial para nuestras sociedades.
El Protocolo de Montreal es algo más que un ejemplo de cómo puede y debe funcionar el multilateralismo, es una herramienta activa para ayudar a cumplir nuestra visión global del desarrollo sostenible.
En virtud de la Enmienda de Kigali al Protocolo, los países se han comprometido a reducir progresivamente los hidrofluorocarburos (HFC), potentes gases de efecto invernadero utilizados como refrigerantes. Cuando se aplique en su totalidad, la Enmienda de Kigali podría evitar el calentamiento de 0.4 grados centígrados del planeta durante este siglo.
Además, mientras nos preparamos para la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de este mes, recordamos que la Enmienda de Kigali también puede ayudarnos a aumentar la seguridad alimentaria.
"Actuemos ahora para frenar el cambio climático, alimentar a las personas que padecen hambre en el mundo y proteger el planeta del que todos dependemos",
António Guterres, Secretario General de la ONU.
Mediante la reducción de los HFC, el aumento de la eficiencia energética y la creación de tecnologías más inocuas para la capa de ozono y el clima, la Enmienda de Kigali puede aportar un acceso sostenible a los servicios vitales de refrigeración a millones de personas.
Esos servicios reducirían la pérdida de alimentos en los países en desarrollo, donde a menudo los alimentos se estropean antes de llegar a los mercados. Llevar los productos de los agricultores donde se necesitan ayudaría a reducir el hambre, la pobreza y el impacto ambiental del sector agrícola.
Al ampliar la refrigeración también se logra otro beneficio importante: el almacenamiento de medicamentos y vacunas, como los necesarios para acabar con la pandemia de COVID-19.
El Protocolo de Montreal y la Enmienda de Kigali nos demuestran que, actuando juntos, todo es posible. Así que actuemos ahora para frenar el cambio climático, alimentar a las personas que padecen hambre en el mundo y proteger el planeta del que todos dependemos.